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Diálogos de paz Una mirada desde la óptica urbana

  • sintratextilmedell
  • 6 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

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Después de varias décadas de conflicto social, político y armado en el país, hacer referencia solo a los problemas de la ruralidad y no nombrar a los centros urbanos en los actuales procesos de negociación política que se adelantan en la Habana, puede arrojar como resultado indeseado la invisibilización de las realidades urbanas.

Mientras más invisibles se mantengan estas realidades, más fácil será hacer de las ciudades lo que el capital internacional y los grandes monopolios de la economía necesitan.

El actual modelo de ciudad impulsa la formación de un ciudadano "liberal", con libertad de comprar, endeudarse, votar, ir a centros comerciales, caminar por senderos peatonales o hacer uso de la ciclo-vía, cuestiones que le generan la sensación de bienestar y disfrute de la ciudad sin tener en cuenta que dentro de la visión capitalista, el habitante urbano solo es un objeto de una sociedad que ha sido inducida al desborde incontrolable del consumismo. Dicha sensación hace que el conflicto armado se perciba como algo ajeno a su esfera individual.

Así, no logra relacionar lo que pasa en su territorio con el resto de situaciones del país y por ende no considera necesario ser mencionado en los procesos de negociación, porque no hay una identificación concreta desde las ciudades con el conflicto.

Para ello las ciudades son disfrazadas con cemento bajo la estética del “desarrollo "con lemas y slogan subliminales de bienestar para todos que nos distraen de la realidad, mientras la pobreza, la falta de vivienda digna, de empleo, educación, servicios públicos, alimentos, son padecimientos cada día más graves para la mayoría de los habitantes de la ciudad y mucho más para la población campesina.

Si la paz es la posibilidad de solucionar las causas de los conflictos y el 70% de los habitantes del país viven en centros urbanos, ¿por qué no hacen parte de las negociaciones? ¿Por qué no hay referencia a las problemáticas urbanas en los acuerdos preliminares entre las FARC y el Gobierno? ¿Por qué no se nombran las ciudades como escenarios del conflicto?

Las razones son varias:

- Los años de conflicto social, político y armado del país, también han sido los años de la configuración y consolidación de nuestras ciudades dentro de la lógica de mercado a nivel global.

- Las ciudades se erigen como grandes centros de venta y compra de bienes y servicios, Por tal razón se convierten en centros de disputa, aunque la base del modelo económico del país sea la locomotora minero-energética, el capitalismo voraz y globalizado requiere de grandes masas de personas que consuman lo que producen y así mover la economía. El actual modelo de ciudad es un gran negocio, por eso no conviene evidenciarlo en los diálogos de paz.

- La construcción de mega-proyectos urbanos se ha consolidado a nivel mundial y en Colombia cada día se consolida más. En 2014 éste fue el negocio que más recursos económicos aportó al país, por encima de otros sectores económicos.

- Hacer referencia a las ciudades en las actuales negociaciones implicaría reconocer cuestiones como:

El fallido proceso de desmovilización de los paramilitares, bajo el gobierno del innombrable ex presidente.

Visibilizar la existencia de otro tipo de actores del conflicto armado, ya no se trataría solo de un asunto Estado–insurgencia, sino que pasaría por el reconocimiento de grupos de narcotraficantes, bandas criminales (Bacrim) y su control territorial en los barrios, de control del micro-tráfico.

Para revertir esa invisibilización los movimientos sociales, sindicales, de derechos humanos, ONG's, tienen por delante desafíos fundamentales:

- Entender que los diálogos de la habana tiene una gran trascendencia para quienes habitamos en la cuidad, para los trabajadores y la gente del común.

-Porque no se puede hablar de paz, cuando la inmensa mayoría de los colombianos padece de grandes necesidades en temas de salud, vivienda, servicios públicos y empleo digno.

- Crear y generar los mecanismos para que la tan anhelada paz, no solo sea un tema político, sino una política de estado, donde todos seamos incluidos.

Necesitamos una paz, pero una paz representada en beneficios tangibles para el pueblo colombiano, donde haya equidad, garantías a una vida digna para todos los habitantes en condiciones de justicia social, que promuevan la educación integral, la salud y el saneamiento básico para toda la población.

De ahí el llamado a todos los trabajadores, para que seamos gestores de paz, porque la paz también está representada en nuestra dignidad y los valores que aporta cada individuo en la construcción de una mejor sociedad.


 
 
 

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